Las piñatas tienen su origen en las celebraciones de año nuevo en China, representando inicialmente animales. La tradición viajó a Italia y llegó a México, donde los frailes la utilizaron con fines evangelizadores. Mesoamérica también tenía tradiciones similares, como romper recipientes de cacao entre los mayas y cazuelas decoradas con tesoros entre los mexicas.
Actualmente, las piñatas se elaboran a partir de una olla de barro o cartón moldeado cubierto de papel colorido y se rellenan con dulces, fruta, cacahuates y juguetes. Después se rompen con un palo.
SIMBOLIZA
Los siete picos representan los pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.
Sus brillantes colores simbolizan la tentación.
Láminas de oropel o latón: hacen referencia a los engaños del mundo.
Venda en los ojos: nos recuerda que la fe es ciega.
Palo con el que se rompe la piñata: es la fuerza y la virtud que destruyen los engaños y pecados.
Dulces, fruta, cacahuates y juguetes: son las riquezas del reino de los cielos que se otorgan como premio a la fe y la perseverancia.
TRADICIÓN
De acuerdo con la tradición, se debe vendar los ojos de las personas antes de que pasen a golpear la piñata. También tienen que girar treinta y tres veces sobre su propio eje con la finalidad de que pierdan la orientación y el equilibrio. El resto de los asistentes forma un círculo en torno a la persona y la anima entonando las siguientes rimas: ¡No quiero oro, ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata! ¡Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino! Ya le diste una, ya le diste dos, ya le diste tres y tu tiempo se acabó.